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De competir a colaborar: las características de las nuevas personas líderes



"No importa lo brillante que sea tu mente o tu estrategia, si juegas un juego en solitario, siempre perderás ante un equipo".- Reid Hoffman


Ante los retos que tenemos actualmente en la humanidad por regenerar y revertir el daño causado al medio ambiente, así como para acabar con la miseria y la pobreza, se han movilizado grandes esfuerzos alrededor del mundo. Sin duda el más significativo ha sido el establecimiento de la Agenda 2030. Con 17 objetivos, y 169 metas, la Agenda 2030 fue planteada por la Asamblea General de la ONU y constituye un “plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia.”


Desafortunadamente después del azote derivado del COVID19 a nivel mundial, el panorama no es muy alentador. Dentro del Objetivo 17 Alianzas para Lograr los Objetivos, encontramos las siguientes metas:


17.16 Mejorar la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible, complementada por alianzas entre múltiples interesados que movilicen e intercambien conocimientos, especialización, tecnología y recursos financieros, a fin de apoyar el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en todos los países, particularmente los países en desarrollo


17.17 Fomentar y promover la constitución de alianzas eficaces en las esferas pública, público-privada y de la sociedad civil, aprovechando la experiencia y las estrategias de obtención de recursos de las alianzas[1]

Si bien la agenda contempla un esfuerzo de alianzas de actores de diferentes naturalezas con gobiernos, la sociedad civil, los científicos, el mundo académico y el sector privado, es imprescindible reconocer que todos estos espacios están constituidos por personas. Según el Programa de las Naciones Unidas, uno de los principales retos en América Latina y el Caribe en la Agenda 2030 constituye el “trascender el enfoque brecha-por-brecha y concentrarse en transformaciones entrelazadas[2]


Entonces ¿por qué no nos hemos enfocado en propiciar un estilo de liderazgo basado en las personas, que le permita a la Agenda 2030 florecer?


Históricamente los líderes que han sido reconocidos son personas acaparadas por los reflectores, de quienes sabemos qué hacen, pero no cómo lo hacen. La agenda no prosperará si seguimos propiciando liderazgos en solitario.


Ya anteriormente escribí un artículo sobre la estrecha como ignorada relación entre desarrollo y salud mental. Recientemente estuve revisando los criterios de selección de una organización que elige a personas cuyos proyectos se encuentran en etapas tempranas, para ayudarles a escalarlos. Existen muchas organizaciones que hacen un trabajo similar y cada una cuenta con sus propios criterios de selección; sin embargo, desde mi perspectiva, muchos de esos criterios son muy individualistas, y no le dan la suficiente importancia a el cómo lo hacen y convierten a los líderes en “rockstars” poniéndoles los reflectores y reconociendo su trabajo como si hubiesen podido hacerlo en solitario. Basta de líderes “lobos solitarios”; basta de la era de la competencia… necesitamos pasar a la era de la colaboración y esto amerita reconocer a personas líderes que practican un liderazgo tan armónico que les permite a ellas mismas y a sus equipos, florecer hacia adentro, y por consecuencia hacia afuera.


Llamado también liderazgo ético, este ha sido desarrollado y estudiado durante los últimos 15 años de manera más científica. Comenzando con Aristóteles y su idea de en que las personas deben trabajar en su auto-perfección a través del hábito de la virtud; pasamos por Confucio quien predicaba que la virtud moral y una sociedad ética son más eficaces que la magia para lograr el bienestar humano, hasta llegar finalmente al trabajo de investigadores más recientes como Echaniz, Joyner y Payne o Melé. Para todos ellos el liderazgo está estrechamente ligado a la ética.


El ELO Institute define a un líder ético como “un profesional competente, con un elevado desarrollo emocional y un sólido carácter ético que le permite influir positivamente en las personas, con el fin de tomar decisiones éticas y eficaces para el conjunto de su organización y sus grupos de interés” (Unda, 2013, 2016, 2018).


Basándome mucho en mi intuición, pero también después de una breve revisión del extraordinario trabajo de la tesis doctoral de Sofía Unda, me permito compartirles 6 características que desde mi perspectiva debe tener una persona líder en esta nueva era: la de la colaboración.


1. Expertas en su área

Cuenta con los conocimientos, habilidades, competencias y capacidades técnicas dentro del sistema o temática en la se desenvuelve.


2. Pensamiento inter sistemas

Para esta nueva era, es imprescindible que las personas líderes puedan pasar de un pensamiento en silos, a un pensamiento sistémico. El pensamiento sistémico no significa que las personas vayan a incidir en todos los niveles de la problemática en la que incide su trabajo, sino que son capaces de identificar su rol dentro de todo el sistema como parte del mismo. Sin embargo, la persona líder debe tener la capacidad de ser lo suficientemente concreta y realista como para saber cómo y en qué medida puede incidir, aterrizando su función en objetivos medibles y cuantificables en impacto y tiempo.


Parte del pensamiento estratégico también tiene que ver con la medición del impacto de su labor. Para poder visualizarse dentro de un sistema que debe cambiar, la persona líder muestra pasión por medir aquello que desempeña.


Otra característica de la persona líder es que en mayor o menor medida cuenta con la suficiente influencia, reconocimiento y respaldo en su sector, que puede hacer que pasen cosas sin necesariamente operarlas por ella misma. La persona líder identifica los talentos y fortalezas de otros actores en el sistema que pretende cambiar y logra identificar aquellas acciones que naturalmente recaen en le área de acción y los intereses de esta parte. Esto resulta en un proceso muy natural para que estas partes lleven a cabo estrategias que están haciendo falta en el sistema, pero que la persona líder reconoce que no recaen dentro de las fortalezas que pudiera desarrollar por sí misma.


Este elemento del perfil de las personas líderes tiene también que ver con la claridad que aporta una variedad de actores dentro de un sistema. Las personas líderes reconocen las diversas naturalezas de los actores llámense actores públicos, privados, sociales o académicos; estas personas buscan que sus propios proyectos y los sistemas tengan una variedad y multiplicidad de actores ya que reconocen el poder que cada uno tiene.


3. Altamente Colaborativas

“La sinergia es el estado en el que todo es superior a la suma de las partes.”

Los líderes que necesitamos para esta era pueden identificar con exactitud y humildad aquél valor agregado que aportan al sistema que quieren cambiar; pero también reconocen aquello con lo que no cuentan o con el talento, o con la experiencia para modificar. Las personas líderes están siempre abiertas a escuchar con curiosidad propuestas, nuevas ideas y planteamientos para incidir en el sistema y aceptan igualmente sumarse a proyectos e iniciativas que no necesariamente fueron concebidas por ellas. Por otro lado son capaces de confiar en las demás partes demostrando una libertad para que estas florezcan, innoven y aporten lo mejor de si. Conocen sus habilidades y fortalezas y las ponen claramente a disposición de los equipos que conforman; pero a su vez, buscan complementar sus áreas de oportunidad justamente con otros actores.


Las personas líderes, además como parte de su pensamiento estratégico e ímpetu de colaboración suelen – sin esperar nada a cambio- documentar y difundir las mejores prácticas y hallazgos de su trabajo. Lejos de monopolizar la información, estas personas líderes la documentan y la difunden de manera precisa, oportuna y desinteresada. Son transparentes y reconocen el valor de compartir información de cualquier tipo para fortalecer a los equipos y los sistemas. Saben que si comparten estos hallazgos los impactos al sistema que quieren modificar serán más rápidos y poderosos.


También, como parte de su ímpetu colaborativo, así como del pensamiento que atraviesa sistemas, las personas líderes suelen tomarse el tiempo de conectar unos actores con otros, pues ven potencialmente el impacto que pudiera tener esa conexión con respecto al sistema que quieren modificar. En mayor o menor medida, estas personas suelen recomendar, conectar o presentar diferentes actores, usualmente con una idea muy concreta de lo que cada parte puede aportar a su propia relación, así como al sistema.


4. Altamente confiables

Como resultado de su trayectoria y trabajo, las personas líderes son personas que se perciben como confiables. Son líderes auténticos, sencillos y de trato agradable. En general las personas de sus sectores quienes las conocen, confían en ellas como personas expertas en sus campos, pero también como buenas personas. Con toda la extensión de ambas palabras.


Con una claridad de pensamiento, las personas líderes logran comunicar esta visión y posicionarla como una visión compartida entre sus equipos. Esta dimensión de confiabilidad se basa igualmente en que históricamente el líder tiene un concepto de justicia (dar a cada quién lo suyo), bastante afinado, en el que las personas suelen confiar. Esto quiere decir que no le temen a la confrontación sana y son excelentes gestores de conflictos; reconocen el error, la equivocación y la necesidad de que los miembros de los equipos corrijan el rumbo, haciéndoles sentir que pueden arriesgarse a tomar decisiones sin menoscabo de su seguridad.


5. Intachable Fibra Ética

Con una serie de valores muy fuertes, las personas líderes destacan por tener una intachable fibra ética. Son personas que predican con el ejemplo; personas íntegras que actúan de forma acorde con los valores que pregonan. De manera natural exponen contundentemente sus propios valores, de tal forma que, dejándolos muy claros, hacen que las personas en sus equipos se conecten por medio de los mismos, o en su defecto, se alejen de acuerdo a estos estándares éticos declarados. Altamente leal, una persona líder no habla mal de otras personas; nunca resalta los errores de otros y es capaz de aceptar con humildad los propios.


6. Equilibrio y Empatía

Autodominadas, con un ego saludable, las personas líderes son ejemplares en llevar a cabo ejercicios de empatía. Son personas con un autocontrol, autoconocimiento y autorregulación propias.


Las personas líderes son muy conscientes de sus logros, así como de sus áreas de oportunidad. Constantemente están ocupadas en su crecimiento personal y en lograr el equilibrio en sus vidas. Confían en sí mismas y tienen una auto valoración adecuada y de acuerdo de la realidad. Son personas altamente humanas que se ocupan por el bienestar propio pero también de sus equipos. De manera genuina buscan que las personas de sus equipos crezcan no sólo de manera profesional sino personal; su visión está completamente enfocada en las personas: les importan, respetan, desarrollan y tratan bien a la gente.

Lejos de ser personas perfectas las personas líderes son conscientes, aceptan y corrigen con humildad sus errores. Pueden ofrecer una disculpa cuando necesario y tomar las medidas para aprender de los mismos.


¿Cuántas de estas características cumples? ¿eres una persona líder con las características que necesita esta nueva era?

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